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02/06/2023
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Columnistas invitados/Guest columnists

He estado pensando… (XXXI).

                                        He estado pensando… (XXXI).

                        Por el Padre Alberto Reyes Pías, sacerdote cubano.

                            He estado pensando en gritar en el desierto

Sesenta y cuatro años es mucho tiempo. Mucho tiempo viendo cómo la vida en el sitio donde has nacido y crecido se hace cada vez más precaria y difícil; cómo la tierra se hace más improductiva, la esperanza más escasa, y más apremiantes las ansias de escapar. Es mucho tiempo gastando la existencia en un presente de sobrevivencia, sin horizontes, sin sueños, sin futuro.

Sesenta y cuatro años es tiempo más que suficiente para darse cuenta de que el proyecto llamado “Revolución cubana” no funcionó, porque no trajo progreso, ni logró su ideal del “hombre nuevo”, ni solucionó los problemas que prometió solucionar, ni conquistó, a la larga, el corazón del pueblo.

Sesenta y cuatro años es tiempo más que suficiente para constatar que, en realidad, el poder sobre este pueblo se ha mantenido a través del miedo, de la desconfianza de unos contra otros, de los discursos de odio, de la exclusión sistemática del que alzaba una voz diferente, de la represión que no conoce límites y que es capaz de traspasar las fronteras de lo humano.

Tiempo suficiente para preguntarse una y otra vez: ¿a dónde vamos?, ¿qué futuro, qué esperanza, qué incentivo para vivir aquí podemos esperar?

Pero yo también tengo otra pregunta, una pregunta que haría a los que dirigen con su poder los rumbos de esta nación, pero no sólo a ellos sino a todos los que, de un modo u otro, están involucrados en los mecanismos que mantienen las estructuras de poder en esta tierra.

Yo pregunto, aunque mi pregunta sea un grito que se pierde en el desierto: ¿es que no ves?, ¿es que no sufres?, ¿es que no tienes familiares, amigos, vecinos, conocidos… que te dicen una y otra vez “no puedo más” o “hasta cuándo va a ser esto”?

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A 62 AÑOS DE LA TRAICIÓN EN PLAYA GIRÓN (segunda parte)

                                                      CONCLUSIÓN

La derrota de la Brigada de Asalto 2506 en las arenas de Girón y Playa Larga tuvo como causa inmediata el no disponer del control aéreo sobre las playas de desembarco debido a las fatídicas decisiones políticas tomadas por el Presidente John F. Kennedy de limitar y suspender los ataques aéreos contra las bases castristas. Esa realidad se evidenció cuando una media docena de aviones de la Fuerza Aérea Revolucionaria castrista hundieron los buques Houston y Rio Escondido que transportaban hombres, equipos, pertrechos y municiones esenciales para la lucha de la Brigada y derribaban a placer los B-26 de la Brigada que intentaban apoyar a sus hermanos en tierra.

Ante la insistencia de los jefes Militares y de la Agencia Central de Inteligencia de autorizar el apoyo aéreo a la Brigada por aviones A4D Skyhawks del portaviones USS Essex que se encontraba frente a la Bahía de Cochinos, Kennedy ratificaría su negativa. De hecho, en respuesta la solicitud del Almirante Arleight Burke, uno de los jefes del Estado Mayor Conjunto, de permitir el uso de los aviones cazas del USS Essex para derribar los aviones castristas, Kennedy respondió “¡No!, no quiero que fuerzas armadas de Estados Unidos estén involucradas”. El abandono de los hombres de la Brigada 2506 por parte de Estados Unidos llegó al extremo de ni siquiera activar una operación de rescate de los brigadistas pese a que frente a Girón navegaba una flotilla de 5 destructores y 1 portaviones norteamericanos, buques que al recibir fuego desde tierra optaron por retirarse y no responder. Los miembros de la Brigada que trataron de escapar en el velero “Celia” y que estuvieron a la deriva por 15 días en el Mar Caribe (26), fueron víctimas de la traición a quienes creyeron en las promesas de Estados Unidos de apoyarlos en su esfuerzo de liberar a su Patria.

La historia nos dice que Kennedy pagó caro por su proceder en Bahía de Cochinos. Su contraparte en la Guerra Fría, Nikita Khrushchev, le perdió el respeto y así se evidencio por el trato despectivo que recibió Kennedy del Premier Soviético en la Cumbre de Viena el 4 de junio de 1961, lo que ameritó que Kennedy se refiriera a esa Cumbre como “…lo peor que le había pasado en su vida”. Como muestra del irrespeto manifestado por Khrushchev hacía Kennedy, transcurrido poco más de dos meses de la Cumbre de Viena, Moscú inició la construcción del Muro de Berlín (Berliner Mauer) que habría de dividir al pueblo alemán hasta su libertario derrumbe en noviembre de 1989, evento histórico que marcó profundamente la psiquis de un oficial de la KGB soviética entonces destinado en Berlín, de nombre Vladimir Putin.

En el otoño de 1962, Nikita Khrushchev, apostando nuevamente a que Kennedy exhibiría la misma falta de decisión que mostró durante la invasión de Bahía de Cochinos, procedió a instalar misiles balísticos en Cuba en respuesta al despliegue de misiles “Júpiter” en Turquía. Aun cuando la historia presenta a Kennedy como el gran triunfador de la Crisis de los Misiles, los hechos evidencian lo contrario. En efecto, a cambio del retiro de los misiles soviéticos de Cuba, Kennedy se comprometió a no atacar Cuba y a retirar los misiles “Júpiter” de Turquía e Italia, sin consultar con los aliados de la OTAN. Esa decisión del presidente norteamericano llevó al presidente Charles De Gaulle de Francia a cuestionar la disposición de Estados Unidos de apoyar la seguridad de Europa frente a la Unión Soviética. En respuesta a la decisión de Kennedy, De Gaulle retiró a las fuerzas francesas del Comando de la OTAN y exigió el retiro de las bases de la Organización de territorio francés.

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A 62 AÑOS DE LA TRAICIÓN EN PLAYA GIRÓN (primera parte)

“¿Como pude ser tan estúpido de permitir que se realizara la invasión?”

- John F. Kennedy a su asesor Theodore C. Sorensen, la Casa Blanca, abril de 1961 –

                                            INTRODUCCIÓN

El pasado 17 de abril de 2023 se cumplieron 62 años de la primera gran derrota de Estados Unidos en la Guerra Fría, (1) la que selló el destino de Cuba; abrió la puerta a la penetración castro-comunista en América; constituyó la justificación aludida por Nikita Khrushchev para desplegar misiles balísticos en Cuba en octubre de 1962, y, muy probablemente, fue el prólogo del asesinato del Presidente Kennedy en Dallas, Texas, el 22 de noviembre de 1963.

Desde su arribo triunfal a La Habana el 8 de enero de 1959 tras la huida de Fulgencio Batista, Fidel Castro se embarcó en su verdadera misión de vida que era la de enfrentar y derrotar a Estados Unidos. (2) Así lo confirmaría el propio Fidel en una carta enviada a Celia Sánchez Manduley escrita en la Sierra Maestra el 5 de junio de 1958. En esa carta, cuyo original se exhibe en la sede del Diario Granma en La Habana, Fidel Castro dejó claro cuál sería su actitud frente a los Estados Unidos:

“Sierra Maestra

Junio 5-58

Celia:

Al ver los cohetes que tiraron en casa de Mario, me he jurado que los americanos van a pagar bien caro lo que están haciendo. Cuando esta guerra se acabe, empezará para mí una guerra mucho más larga y grande: la guerra que voy a echar contra ellos. Me doy cuenta que ese va a ser mi destino verdadero.

Fidel”.

El 15 abril de 1959, Fidel Castro realizó un viaje “no oficial” de 11 días a Washington D.C. como invitado especial a la Convención Anual de la Sociedad Americana de Editores de Prensa (ASNE). Durante esa visita, Fidel se convirtió en el “Golden Boy” de la prensa norteamericana. El domingo 19 de abril, en una entrevista en el programa Meet the Press de la Cadena NBC-TV, Castro profirió su famoso “I am not communist” que logró convencer a muchos, incluyendo a miembros del Congreso de Estados Unidos quienes se refirieron al cubano como “el nuevo amigo de Estados Unidos”. Pero si alguien no se dejó llevar por la innata capacidad manipuladora de Fidel Castro fue el Vicepresidente Richard Nixon, quien tras sostener una reunión personal con Castro por más de 3 horas, enviaría un memorándum de 4 páginas al Presidente Eisenhower (3), al Secretario de Estado Christian A. Herder y a Allen Dulles, Director de la CIA, en el que señalaba que “Castro es un declarado ingenuo con relación al comunismo, o es un disciplinado agente comunista.” A partir de su encuentro con Fidel, Richard Nixon se autocalificaría como “…el principal promotor de una operación militar secreta para derrocar a Fidel Castro”, sentando así las bases para lo que acontecería exactamente 2 años después en la Bahía de Cochinos. (4)

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El oso ruso se abalanza sobre Cuba

El gobernante Miguel Díaz-Canel ratificó el apoyo incondicional a la Federación de Rusia durante la reciente visita a La Habana de Dmitry Chernyshenko

El Gobierno de “continuidad” está entregando la nación cubana a Vladímir Putin, en su desesperación por superar la debacle económica y preservar el poder absoluto, en peligro por el creciente descontento social. Cuba queda en medio de la confrontación con Estados Unidos, al tiempo que sus relaciones exteriores, la influencia en la CELAC y el apoyo internacional anti-embargo estadounidense podrían lesionarse.

El gobernante Miguel Díaz-Canel ratificó el apoyo incondicional a la Federación de Rusia durante la reciente visita a La Habana de Dmitry Chernyshenko, vicepresidente muy cercano al mandatario eslavo. Así, el gobernante de la Isla justificó la invasión a Ucrania, con implicaciones muy superiores al apoyo de Fidel Castro al aplastamiento de la rebelión en Checoslovaquia, en 1968. Por su parte, Chernyshenko demostró el inmenso alcance de los compromisos contraídos por las autoridades cubanas al anunciar que su país demandaría cambios en la legislación cubana.

Anastás Mikoyán, viceprimer ministro de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) llegó a Cuba en febrero de 1960, a fin de aprovechar la confrontación política que surgía con Estados Unidos. Para compensar el inicio de las sanciones económicas, él fue portador de un crédito de 100 millones de dólares y el intercambio de azúcar por petróleo. Fidel Castro desafiaba a la administración de Dwight Eisenhower, basado en el apoyo de millones de cubanos motivados por las promesas de democracia, mejoramiento de las condiciones de vida y auge económico, y aprovechando la confrontación entre Estados Unidos y la URSS.

El 8 de mayo de ese año, se reanudaron las relaciones diplomáticas interrumpidas en 1952 por Fulgencio Batista; y en octubre de 1962 el mundo estuvo a punto de colapsar por una posible Tercera Guerra Mundial, tras el emplazamiento de cohetes nucleares soviéticos en Cuba.

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He estado pensando… XXX

                                   He estado pensando… XXX.

                   Por el Padre Alberto Reyes Pías, sacerdote cubano.

                  He estado pensando en lo que genera una identidad.

Los seres humanos venimos de una larga evolución, cuyas raíces se hunden en la animalidad, una animalidad que a lo largo de muchos siglos ha ido, poco a poco, siendo regulada por la corteza cerebral, la gran mediadora entre nuestro “cerebro primitivo” y las decisiones de nuestra voluntad.

No podemos evitar las ráfagas que provienen de nuestro cerebro primitivo: las iras, los impulsos, las pasiones violentas… Pero no en balde nos definimos como seres “humanos”, y la humanidad se edifica precisamente sobre la capacidad de discernir las emociones, de conectarse con la realidad del otro y de aprender a elegir el bien mayor para todos.

El evento histórico llamado “Cristo” fue esencial en este proceso, porque añadió a la función mediadora de la corteza cerebral el humanismo profundo que nace de considerar a Dios como un Padre y al otro como un hermano, sea quien sea y sea como sea.

Por eso, la experiencia cristiana genera una identidad, un modo de ser capaz de elegir desde la postura asumida de hijo de Dios y hermano del otro, y no desde las vísceras.

Una persona que haya entendido la identidad cristiana buscará actuar siempre desde todo aquello que genere un encuentro entre hermanos. Un cristiano podrá ser agredido, denigrado, ofendido, amenazado… pero nunca responderá en los mismos términos. Al contrario, seguirá tendiendo la mano y diciendo: “Soy tu hermano: si me necesitas, aquí estaré; si tocas a mi puerta, te abriré; y si decides encerrarte en los muros de tus miedos, del resentimiento, del rechazo, del odio… no me iré, porque si me necesitas, aquí estaré”.

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